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Yoga y mujer: ser yoguini del siglo XXI

by Redacción
Escuela Mahashakti

Yoguini es el término femenino de yogui, del que poco se habla. Pero, empecemos por el principio, porque, como la Escuela de Yoga Integral Mahashakti nos cuenta cómo se conoce a las yoguinis del siglo XXI.

Poco se sabe también de los orígenes del Yoga. Esta palabra es el término femenino para yogui. El primer indicio del Yoga se remonta a hace aproximadamente 3.300 años antes de Cristo, en el Valle del Indo, donde se encontró un sello que tenía grabada la figura de un hombre en posición de loto. Algunos aventuraron que podía ser la representación de Shiva. Más adelante aparecieron los Vedas, las filosofías Vedanta y Samkhya, los Tantras, los Yoga Sutras de Patanjali y el Yoga medieval, con Shankara a la cabeza. Finalmente, la práctica aterrizó en Occidente y se fue impregnando de los conocimientos que aquí se tenían sobre anatomía, medicina, fisioterapia, etc.

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Lo curioso es que detrás de todos los textos sagrados, de todos los linajes, de todas las tradiciones, encontramos fundamentalmente hombres. Es cierto que la presencia de la mujer ha sido importante en algunos momentos de la historia, con Madame Blavatsky, Mirra Alfassa o Indra Devi, por ejemplo, si bien ha pasado más desapercibida en su conjunto.

Nos encontramos pues ante una paradoja: hay un elevado porcentaje de practicantes femeninas (yoguinis), pero el yoga que la mayoría conoce bebe fundamentalmente de fuentes masculinas. Pero, ¿cómo vislumbrar un Yoga diferente? Un Yoga que recupere, que subraye, que traiga a la luz, la esencia de la mujer. Un Yoga que vuelva a equilibrar las fuerzas que ponen en marcha este universo. ¿Cómo incluir la feminidad en nuestra sadhana diaria? ¿Cómo hacer que el término yoguini resuene de la misma manera?

El Yoga es un método

En primer lugar, queremos dejar claro que no se trata de encabezar una lucha o negar la importancia del principio masculino. Tal y como afirma el sanscritista Óscar Pujol, la palabra «Yoga» significa “método”, y esto tiene implicaciones interesantes. Entendemos así el Yoga como una herramienta al servicio del ser humano, más allá de su género, que puede ayudarnos a conseguir la igualdad real entre hombre y mujer (yogui y yoguini).

Una vez que estamos dispuestos a darnos la mano con el otro, a caminar juntos, debemos seguir reflexionando, porque es evidente que existe un Yoga masculinizado. ¿Qué hacer entonces? Hasta el momento en que
ese desequilibrio se subsane, será necesario visibilizar, dar fuerza, sacar a la superficie, el mensaje de la mujer. Para ello debemos hablar de empoderamiento.

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¿Qué significa empoderarse?

Pero ¿qué es exactamente este término tan en boca de todos? Tal y como nosotros lo entendemos, empoderarse es ser libres, libres incluso de nuestros propios condicionamientos, tendencias de carácter, heridas o samskaras. Libres para realizar lo que nuestro corazón anhela en lo profundo. Mas no queremos quedarnos en los discursos, en las palabras bonitas. Si algo pretendemos con este artículo es hacer una llamada a la acción. Y aquí hay una buena y una mala noticia. Empoderarse no es tarea de un minuto, de un día o de un mes. Es un sendero que requiere una gran aspiración e importantes dosis de atención, foco y energía. Sin embargo, podemos asegurar que los frutos merecen la pena.

Vamos a empezar…

Si habéis llegado hasta este punto, es posible que os estéis planteando ciertas cuestiones como, por ejemplo, ¿por dónde empezar a empoderarnos? ¿Cómo ser una yoguini en nuestros tiempos? En este sentido, lo primero que recomendamos es el compromiso con una sadhana diaria y constante. Desde ahí será más sencillo cultivar ciertas virtudes necesarias: el amor a nosotras mismas, la voluntad, la fuerza, la compasión, la determinación para vivir por un ideal más elevado… Quizás suene complejo, utópico, demasiado inalcanzable, pero no lo es. Fijaros en todo lo que habéis cambiado desde que practicáis Yoga. ¿O acaso no ha mejorado vuestra autoestima? El espejo continúa devolviendo la misma imagen, es cierto, y, sin embargo, vosotras os veis mejor, estáis más satisfechas con quienes sois. Os sentís más en paz con el mundo y, por ende, con vuestro cuerpo.

Naturaleza cíclica

Dentro de nuestra práctica como yoguini no puede faltar la meditación, pues es la herramienta por excelencia, la que nos va a permitir entrar en contacto con la sabiduría interna. Aparte de esto, también sería aconsejable que retomáramos el contacto con nuestra naturaleza cíclica. Es precisamente ella la que nos une a la Tierra, a los vaivenes de las mareas, a los paisajes cambiantes del cielo, las selvas, los desiertos. Por tanto, conocer nuestros ciclos lunares, saber cómo cambia nuestro cuerpo, nuestras emociones y pensamientos, nos acercará mucho más a nosotras mismas.

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Para facilitar la conexión de una yoguini con nuestras fases lunares, daremos algunas orientaciones básicas para cada momento del ciclo. Aún así, os animamos a que experimentéis, probéis, y vayáis viendo qué es lo más adecuado para vosotras. Recordad siempre que cada mujer es un mundo, evitad creer en dogmas y con ad sobre todo en las señales internas y en la intuición.

Ejemplo de práctica adaptada a la sadhana
l Fase menstrual:

Trabajo de asanas sencillas con un poco más de permanencia en ellas. Podemos aprovechar para profundizar en lo que ya conocemos. Practicaremos preferentemente pranayamas equilibrantes o alternos, y meditaciones de conexión con la paz.

2 Fase preovulatoria:

Es conveniente incluir asanas de nivel medio, que requieran más fuerza. Llevaremos a cabo pranayamas equilibrantes o alternos, aumentando el tiempo de retención, y cultivaremos una meditación de carácter observador. Si conocemos Anapanasati, puede ser un buen momento para ponerlo en práctica.

3 Fase ovulatoria:

Aquí trabajaremos los asanas de mayor dificultad, aprovecharemos para incidir sobre posturas de fuerza y apertura. También ampliaremos el sostenimiento en ellas, si antes estábamos en 4 respiraciones, podemos pasar a 5 o 6. Los pranayamas más indicados son los energizantes y la meditación preferente será la observativa.

4 Fase pres-menstrual:

Bajaremos la intensidad de la práctica de asana a nivel medio, reduciendo el tiempo de permanencia. Asimismo, tenderemos más a los pranayamas equilibrantes o alternos, con retenciones prudentes. La meditación se hará ahora más concentrativa, abriéndonos a la paz al terminar.

Dicho esto, como practicantes de Yoga Integral confiamos en que el ser humano está llamado a evolucionar. Está claro que, hoy en día, tenemos que seguir hablando de la desigualdad entre hombres y mujeres, es obvio que hay que seguir trabajando para visibilizar y dar fuerza al principio femenino, pero este proceso tendrá una duración determinada.

Llegará un momento en que no hará falta reivindicar los ciclos de la mujer, su esencia, su naturaleza, porque ya estará integrada, ya estará en igualdad de condiciones. Habremos conseguido que el principio femenino y masculino tengan su espacio, su merecido espacio. Será lo mismo hablar de yogui y de yoguini. Ambas fuerzas coexistirán de forma armoniosa y el ser humano podrá avanzar hacia el propósito para el que fue creado: iluminar la materia, traer el cielo a esta tierra que amamos y que tanto nos quiere.

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