«Si bien el propósito del Yoga es uno, en el camino va regalando un aporte terapéutico descomunal» Estas son palabras de la profesora de Yoga y terapeuta ayurvédica Violeta Arribas, que nos demuestra esta sabia frase con una práctica de Yoga para liberarnos del estrés y la ansiedad en la oficina o cualquiera que sea nuestro centro de trabajo. En el número 136 de nuestra revista, podrás ver otras dos tablas.
Por Violeta Arribas (Texto adaptado del libro Yoga y Ayurveda)
// Fotos de posturas de Antonio Martínez Gallardo
Sin práctica no hay beneficios ni cambio posible en el ámbito del Yoga. Lo ideal sería compatibilizar la práctica en un centro de Yoga (una media de dos clases por semana para avanzar con los ajustes e indicaciones particulares de un buen profesor), con la sadhana o práctica individual en solitario.
Tanto en ese supuesto como en el de la imposibilidad de asistir a clases en una escuela de Yoga, podemos avanzar en esta extraordinaria vía del Hatha mediante la práctica en casa o, como en este caso, en la oficina siguiendo una serie de instrucciones clave para poder hacerlo con seguridad y escogiendo bien las técnicas.
Lo primero es entender que el Yoga, antes que nada, requiere capacidad para fluir; es decir, flexibilidad interna. Aunque demos unas pautas en cuanto a una sesión de Yoga, son generales, y uno las puede ajustar en tiempo, condiciones, etc.
Como sabemos, el Hatha Yoga dispone de muchas técnicas, y aunque concluiremos este reportaje con unas tablas de posturas para realizar en una sesión, conviene repasar el orden y engranaje de sus técnicas, así como los aspectos relacionados con el mejor aprovechamiento de estas.
Las consideraciones previas a tener en cuenta
Necesitamos un espacio adecuado en el que podamos estar relajados sin que nos molesten, con temperatura agradable, bien ventilado, luz tenue y natural a ser posible, y todo lo lejos que se pueda del móvil y las ondas electromagnéticas (wifi, etc.)
- Lo ideal, si disponemos de tiempo o lo «hacemos», sería comenzar la práctica con una secuencia de asanas (que siempre incorpora primero el calentamiento oportuno), tras la cual vendrían los ejercicios de pranayama (respiración) y finalmente la relajación. Si el tiempo es menor, podríamos hacer solo los asanas y una pequeña relajación, o incluso de forma aislada solo las técnicas respiratorias que requieren de 10 a 15 minutos tan solo. Además, el pranayama se puede intercalar en otros momentos de la jornada, aunque ya se haya efectuado una sesión de Hatha Yoga, para multiplicar sus beneficios sedantes y revitalizantes.
- Los momentos ideales para practicar son la mañana antes del desayuno y al caer la tarde, pero si no, puede ser cualquier hora mientras hayamos finalizado la digestión (esto es, dos horas después de una comida).
- Necesitamos ropa cómoda, amplia y que pueda permitir la transpiración, preferentemente de fibras naturales, y mejor descalzos (en la oficina, si logras encontrar una sala apartada, no te dará vergüenza).
- Necesitamos un antideslizante o esterilla de Yoga, un cojín, una manta fina y, para los ajustes de asanas (aunque no es imprescindible), un bloque o ladrillo de Yoga.
Una práctica muy eficaz
- Duración: 15 minutos.
- Comienza con una respiración completa durante 3 minutos.
- Haz una relajación de 3 minutos en esta postura si no tienes la opción de hacer Savasana tumbada en el suelo.
Si quieres leer este reportaje al completo, no te pierdas el número 136 de revista YOGA SPIRIT. En él encontrarás, además, dos tablas más para practicar Hatha Yoga en la oficina. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistayogaspirit.es