Coincidiendo con el 30 aniversario del fallecimiento del maestro Sri Tirumalai Krishnamacharya y enlazando con la visita a Madrid del “padre” del Ashtanga Yoga en España –Tomás Zorzo–, recordamos la vida y obra de este maestro con uno de los transmisores de su legado en nuestro país.
Por Lucía Passardi // Fotografía: Gosia Janik
A continuación te ofrecemos la entrevista realizada a Tomás Zorzo en su visita anual a la escuela madrileña AYM para profundizar en la práctica de Ashtanga, siguiendo las enseñanzas de Krishnamacharya.
Tomás Zorzo (Rama) es el pionero del Ashtanga Yoga en España y uno de los primeros occidentales que viajaron a India a estudiar con Pattabhi Jois. Como él cuenta, eran tan solo cuatro occidentales en shala de Mysore recibiendo, de forma muy individual y personalizada, las instrucciones del maestro, a quien se refiere cariñosamente con el nombre de Guruji.
Además de viajar durante cerca de 20 años a Mysore para estudiar de forma continua el método de Ashtanga Yoga con Pattabhi Jois, profundiza en las enseñanzas de Krishnamacharya, estudiando con otros alumnos de este, como Desikachar, Iyengar y A.G Mohan. Indaga también en otras tradiciones y maestros, como la escuela Sivananda, las enseñanzas de Osho, la psicología humanista, la Gestalt y diferentes terapias corporales. En su escuela de Oviedo, abierta hace más de 30 años, enseña Ashtanga Yoga según lo que aprendió de Pattabhi Jois, Yoga Integral y Yoga Sikshana Krama.
YOGA JOURNAL: Tomás, ¿qué y cómo se enseñaba en Mysore las primeras veces que fuiste?
Era una enseñanza muy personalizada. Guruji estaba encima todo el tiempo; éramos solo cuatro occidentales en shala el primer año y hasta ocho la segunda vez que fui. Se enseñaban las series de asanas, principalmente, y después de muchos años nos enseñó pranayama. Como eran pranayamas muy complejos, con largas retenciones, era importante tener un sistema nervioso bien preparado. También vi cómo enseñaba meditación a algunos estudiantes o les daba mantras, pero eran raras excepciones. Un día, estando de asistente suyo en Francia, le pregunté por qué no enseñaba meditación y él me contestó que los occidentales solo estaban interesados en la práctica física, pero que si le pedías él te enseñaba. Creo que, además de las limitaciones del idioma, para enseñar filosofía, por ejemplo, pensaba que la meditación y los mantras eran elementos de su cultura difíciles de comprender para los occidentales. Pero si el estudiante tenía hambre, él enseñaba, lo que no hacía era malgastar su energía.
¿Cómo eran las series entonces? ¿Ha habido modificaciones?
Sí. Cuando yo fui la primera vez me enseñó la primera serie completa, pero no parivritta trikonasana ni parivritta parsvakonasa. Después de parsvottanasana, saltábamos directamente a pachimottanasana. Tampoco hacíamos entonces uttitha hasta padangusttasana ni ardha baddha padmottanasana. Estos asanas, entonces, se practicaban al final de la serie. Por eso pienso que la ortodoxia no existe, que ni siquiera Guruji la representaba.
¿Por qué se le llama Ashtanga Yoga a las secuencias que se enseñan en la escuela de Pattabhi Jois?
Lo que conocemos como Ashtanga, en realidad es una forma de Hatha Yoga. Lo que sucedió es que Guruji tenía escrito “Ashtanga Yoga nilayam” en la placa de la escuela, que quiere decir “estudios sobre el Ashtanga Yoga”, pero yo creo que no se refería a que esta forma de hacer Vinyasa se llamase Ashtanga Yoga, sino que lo llamaba así porque él mismo estaba en el estudio de la tradición que comprende los ocho pasos del Yoga.
En realidad, Ashtanga Yoga somos todos los que seguimos a Patañjali. Sivananda también es Ashtanga Yoga e Iyengar. Cuando llegamos los occidentales a su escuela de Mysore y empezamos a practicar la parte de asanas, empezamos a usar el término Ashtanga Yoga para referirnos a lo que hacíamos, exportamos el término y así se quedó.
¿Cómo sientes que aplicas las enseñanzas de Krishnamacharya a través de los diferentes maestros con quienes has aprendido?
Lo primero que hago es tener en cuenta los principios de diferenciación, adaptación y aplicación de Krishnamacharya. Pregunto la edad de la persona y observo cómo son sus condiciones y capacidades físicas. Su salud es importante para determinar un tipo de práctica u otro. Cuando enseño Ashtanga Yoga, lo hago de la manera en que me enseñó Guruji. No tiene sentido enseñar el loto a una persona de 70 años y, según el estado de salud, quizá a una de 50 tampoco. Una mujer embarazada no puede saltar, una persona con hernia discal puede empeorar con las flexiones hacia delante… Krishnamacharya decía que la misma medicina no vale para todos y, en cierto modo, siempre tuvo esta forma de enseñar. Si te das cuenta, el 90% de las personas que estaban aquí practicando esta mañana eran jóvenes o de mediana edad. Cuando enseña esto en Mysore, lo hace a niños y jóvenes del palacio, quizás jóvenes del ejército, personas con buena forma física.
¿Cuando es conveniente modificar las series de Ashtanga Yoga?
A veces es bueno que el estudiante se encuentre con las dificultades de la serie y las encare. Si el límite es estructural se pueden saltar posturas; Guruji lo hacía también. Hay que respetar los límites estructurales. Yo he visto a Guruji modificar las series para personas que tenían hernias discales, pasaban directamente a salabasana y dhanurasana sin hacer paschimottanasana, y tampoco les enseñaba kurmasana. Otra cosa que recuerdo es que siempre preguntaba la edad.
¿Qué enseñas en las clases de Yoga Integral y siksana krama?
Con el concepto “integral” quiero decir holístico, que integra todos los aspectos del ser humano. La base está en las enseñanzas de Krishnamacharya referentes a la adaptación de la práctica. Según las necesidades de cada alumno, aplico elementos de la escuela Iyengar o lo aprendido con Desikachar y con A.G Mohan. Lo que me interesa es que la persona tenga una experiencia que toque todos los aspectos de su ser: físico, emocional, mental, moral…
Las clases tituladas como Siksana Krama tratan más el perfeccionamiento de asana. Quizá están más influenciadas por la escuela Iyengar. En mis viajes a India, pasé también tiempo en el ashram de Auroville donde mi profesor de asanas había sido alumno de este y la base filosófica tiene la influencia de Aurobindo.
¿Cómo es tu práctica ahora?
He cumplido 60 años y la práctica ha de adaptarse a los diferentes momentos de la vida. La mía sigue siendo intensa, pero no es tan dinámica, es más bien estática. Hago menos asanas pero las sostengo durante más tiempo. Puedo estar, por ejemplo, en sirsasana 15 minutos, pasar más tiempo en bakasana o en paschimottanasana, regulando la respiración…
A cualquier estudiante antiguo que preguntes segu- ramente coincide conmigo en esto. Guruji dejó de practicar cuando tenía 60 años, o un poco antes, y la razón era que ellos veían que los asanas pertenecían
a un estadio de la vida. Krishnamacharya sí que siguió practicando hasta edad más avanzada pero, en general, en la India, hay este concepto sobre los estadios de la vida.
¿Crees que es importante integrar la mística de nuestra propia cultura a nuestra práctica de Yoga?
Esto ha sucedido siempre. Es importante comprender que cada maestro tiene las influencias propias de su cultura y tradición y las incorpora en su forma de transmitir el Yoga. Guruji, por ejemplo, pertenecía a una familia de adoradores de Sankaracharya y, si te fijas, la primera parte de la plegaria que se canta en Ashtanga Yoga está tomada del Yoga Taravali, un tratado de Sankara sobre la respiración. Esto es herencia de su propia tradición shivaita.
Igualmente sucede con la decisión de no practicar las lunas. Es parte del legado de la rama de astrólogos de su familia. Cada maestro incorpora elementos que son de su propia tradición, porque es muy difícil tener, por ejemplo, una relación devocional con dioses o arquetipos que no te han sido transmitidos desde temprana edad. La verdad es la verdad, pero se expresa en diferentes formas, según las culturas. Yo aprendí a ver esto gracias al padre Bede Griffiths, un monje cristiano que fue a la India para construir un diálogo interreligioso entre las diferentes culturas. Entonces, yo tenía mucho rechazo al cristianismo, y aún lo tengo en el cómo se presentan algunas cosas. Pero en el ashram de este monje nos reuníamos practicantes de muchas culturas. Para abrazar los elementos de otras, es importante conocer y entender los elementos de nuestra propia cultura. Se cuenta que Krishnamacharya le pidió a una occidental que rezara a su dios. Le dijo: “Mi Dios es Vishnu, ¿cuál es tu Dios?”
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