Entrevistamos a Rodrigo Rodríguez, compositor y maestro de shakuhachi, un instrumento japonés de unos 800 años de historia que, en sus orígenes, fue usado como instrumento meditativo por varias ramas del budismo.
POR: Lucía Passardi
FOTOS: Atsuo Hashimoto e iStock
Con el tiempo, el shakuhachi fue vinculado a diferentes géneros musicales de Japón hasta convertirse en un instrumento fundamental en la música de la cultura japonesa. Su sonido primitivo y algunos de los elementos budistas que siguen presentes en la forma de aprender y tocar esta peculiar flauta, hacen de su música un sonido ideal para acompañar prácticas como el Yoga, el Tai Chi o el Reiki.
YOGA JOURNAL: ¿Qué significa shakuhachi?
RODRIGO RODRÍGUEZ: El significado del nombre del instrumento shakuhachi significa «1,8 pies» y se refiere a su longitud en el sistema métrico arcaico original de Japón.
¿Cuál es el origen de este instrumento y cuál es su relación con el budismo?
El shakuhachi es un instrumento budista introducido en el siglo VIII en China desde Japón. Al principio, solo se utilizaba en la música cortesana, pero en la Era Edo (s.XVI) un grupo de monjes pertenecientes a la escuela budista Zen Fuke, crearon una práctica llamada Suizen (Soplar Zen). Eran los monjes Komuso (monjes del vacío o monjes de la nada) que surgieron con mucha presencia en el Japón feudal. El Shakuhachi fue un instrumento puramente espiritual y religioso durante muchos siglos.
¿Cómo se practicaba el Suizen?
Era una práctica de meditación en solitario que consistía en meditar mientras soplaban el bambú. Se compuso un repertorio para este fin, al que llamaron Honkyoku, que quiere decir «piezas originales». Para los monjes Komuso, la interpretación de estos sonidos y melodías trascendían más allá de la música y la técnica, convirtiendo la práctica de estos sonidos en diferentes revelaciones, oraciones y métodos espirituales dentro de la práctica Zen. La idea era tocar música para iluminarse. Para ello tenían que hacerse «uno» con el instrumento y entrar en el estado de sonido absoluto (tettei on) donde uno logra la «Budeidad» a través del sonido.
El Suizen y el Honkyoku –la música de los monjes komuso– tiene ciertas características técnicas y estilísticas que lo predis- ponen a resistirse a ser escuchados como música. Consiste en un arsenal de técnicas de ejecución que se asemejan más a efectos sonoros que al sonido musical que tenemos como referencia en nuestras culturas occidentales.
¿Cómo es la forma y el material con el que se construye este instrumento?
El shakuhachi se fabrica tradicionalmente de bambú. Este material es muy valorado aquí en Asia. Del bambú se realizan muchas cosas, desde comerlo (brotes de bambú) hasta , andamios, casas, ropa, sombreros… e incluso, como en este caso, instrumentos musicales.
La flauta shakuhachi es un instrumento muy primitivo en su construcción. Es cortado en el bosque desde la raíz, por ambos lados. Carece de cualquier tipo de mecanismo o sofisticación, haciendo un instrumento muy atractivo para los aspectos espirituales y físicos. No tiene embocadura, donde puedas producir el sonido por presión; el mentón y boca son una prolongación del instrumento, a diferencia de muchas flautas que conocemos en Occidente como, por ejemplo, la flauta de pico.
El instrumento tiene cuatro agujeros en la parte frontal y uno en la parte trasera. La dinámica en el sonido es muy diversa debido a todas estas características del instrumento, haciendo de este instrumento un sonido expresivo, evocador e inspirador.
Has compuesto música para sesiones de Yoga y Reiki. ¿Por qué son estos sonidos tan especiales y adecuados para estas prácticas?
Un amplio repertorio que compuse está dedicado a Yoga y Reiki, con un nexo de conexión que son la meditación, la autorealización y el camino en la búsqueda de nuestro ser. El shakuhachi, al ser un instrumento puramente japonés –con tanta influencia histórica en el budismo y su filosofía–, sus sonidos, e incluso el protagonismo importante del silencio, hacen que esta música sea afable para las prácticas de la meditación, Reiki, Tai Chi o Yoga.
El pensamiento tradicional japonés basado en el budismo Zen inunda la música del shakuhachi y de muchas de las prácticas realizadas en Japón con esta misma actitud. Como también para todas estas prácticas mencionadas anterior- mente, el sonido, al igual que la respiración, nace del silencio y muere en el silencio: no existe nada antes y después del sonido más que el silencio.
Tocar este instrumento servía a los monjes para purificar el espíritu y para el control de la respiración. ¿Podemos hablar de un tipo de pranayama, quizás?
Sí, existen similitudes a la hora de la conclusión y finalidad de la práctica que desarrollaron estos monjes usando el sonido y la respiración. Una de ellas es la concentración requerida para usar debidamente la inhalación y la exhalación. Y cómo durante este periodo tu energía vital interacciona en conjunto. Si algo importa en la práctica de este instrumento es la respiración y mantener un control sobre ella. Es vital e imprescindible para un desarrollo correcto de la práctica también.
¿Qué tipo de entrenamiento físico y mental sigues para estar en forma de cara a las necesidades del instrumento?
Practico mucho deporte: calistenia, running, nadar… todo ello acompañado de una dieta vegetariana. Vivo en Asia del Sur y aquí tenemos una variedad de frutas y verduras exóticas bastante amplia. Es relativamente fácil optar por una dieta así. La calistenia me ayuda a fortalecer la parte muscular y el core, que es importante para tocar este instrumento de viento. En Japón, muchos maestros de shakuhachi recomiendan siempre el ejercicio. También practico Yoga ocasionalmente, que me ayuda a la flexibilidad y a fortalecer los músculos y los huesos. Al ser el shakuhachi un instrumento con una cierta demanda física, estas prácticas ayudan al mantenimiento y longevidad de nuestra salud.
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