¿Te sientes sola? Parece una pregunta trivial, pero esconde un profundo significado para los que son conscientes de su soledad. En un mundo donde creemos que controlamos nuestras vidas, una pandemia ha mostrado que la soledad existe, y que es necesario desarrollar estrategias para gestionar la incertidumbre. El Yoga puede ser una de ellas.
Por Dr. Javier Martínez Calderón
Pensamos que en la actualidad estamos todos conectados gracias al uso de las nuevas tecnologías. Pero lo cierto es que millones de personas se encuentran completamente desconectadas interiormente. Buscan constantemente estímulos externos que ayuden a camuflar y paliar los sentimientos de frustración y desesperanza. Estos, a menudo, aparecen como consecuencia de sentirse un lobo o loba solitaria. Estas emociones difícilmente van a abandonarnos por el simple hecho de apegarnos a elementos como el dinero, el sexo o la fama. Tristemente, estos apegos nos pueden llevar a cavar nuestra propia tumba, metafóricamente hablando. Estos es porque pueden llevarnos a desarrollar adicciones tales como abuso de sustancias, alcoholismo, compras compulsivas, o el sobreuso de internet y redes sociales.
Estas compulsiones simplemente esconden un deseo irracional de ser amados y aceptados por la sociedad. Es completamente normal buscar vínculos afectivos profundos y de calidad, pero ¿has pensado alguna vez acerca de cuál debería ser el primer paso? Tal vez, ¿no sería mejor empezar por amarse y aceptarse a una misma? Personalmente, apuesto firmemente porque debemos desarrollar amor y aceptación por nosotros si posteriormente queremos extra-polar esos sentimientos hacia el exterior.
Sin embargo, soy consciente de que la soledad puede ser una gran maestra para tu crecimiento personal. Aunque también he experimentado cómo esta puede golpearte y consumirte física, emocional y energéticamente. Pero ¿qué nos dice la ciencia sobre el papel que juega la soledad en nuestras vidas?
¿Soledad o envejecimiento?
Existe una creencia irracional sobrevolando nuestra sociedad asociada a que la soledad va cogida de la mano del envejecimiento. Tal vez, la soledad física podría describirse así en algunos casos, pero puedo decir que la soledad no implica ser una persona de edad avanzada. La soledad no es un proceso biológico, es un estado interior que puedes incluso experimentar durante la infancia o de adulta. Puedes trabajar en una multinacional, pertenecer a una comunidad, tener una familia maravillosa o vivir en una gran ciudad y, aún así, sentirte sola. Esta situación ha sido apoyada por la ciencia en los últimos años. Un reciente estudio -publicado en la revista médica inglesa BMJ- ha revisado la literatura disponible sobre la prevalencia de la soledad alrededor del mundo (en 113 países), concluyendo que la soledad es un problema global que afecta a muchas personas independientemente del rango de edad.
¿Cómo afecta la soledad a nuestro cerebro?
Satisfacer algunas necesidades emocionales básicas se vuelve una tarea muy complicada para aquellas personas que viven una vida solitaria. Nuestros cerebros necesitan experimentar interacciones positivas que nos ayuden a madurar y a sentir bienestar. Cuando estamos solos y percibimos que no tenemos oportunidad para crear vínculos afectivos de calidad, nuestros cerebros sufren. Una revisión de la literatura publicada en 2021 sobre la neurobiología de la soledad, encontró que áreas estructurales y funcionales de nuestros cerebros son afectadas cuando la soledad se encuentra presente. Además, interesantes estudios observacionales publicados en revistas de prestigio neurológicas han detectado que la soledad puede ser un marcador de riesgo para desarrollar algunas enfermedades neurológicas como el Alzheimer o la demencia. Por lo tanto, cultivar relaciones de calidad a nivel profesional, amistad y pareja parece ser esencial para el buen funcionamiento de nuestros cerebros.
Nuevos enfoques
Vivir en esta sociedad contemporánea implica moverse de una tarea a otra sin descanso. Nuestros cerebros se encuentran constantemente agitados y ansiosos buscando cuál será la próxima tarea que ejecutar. Esto nos conduce a desconectarnos de nuestra verdadera naturaleza, dejándonos fatigados y afectando enormemente a nuestra calidad de vida. Alteraciones del sistema inmune, depresión, problemas de sueño, y en el peor de los casos, tendencias suicidas, son claros ejemplos de cómo la soledad puede afectarnos.
¿Cómo sobreponernos a la soledad?
Apuesto fuertemente por un cambio de perspectiva acerca del significado que le damos a la palabra soledad. Podemos dar la vuelta a la situación si somos conscientes de que la soledad es un momento de reflexión y de meditación que nos ayuda a conocernos mejor. La soledad, vista desde este punto, implica aceptar que nacemos y morimos solos, y que no hay nada de malo en ello, simplemente es así. Si comprendemos este profundo mensaje, podemos empezar a utilizar los momentos de soledad que tengamos a lo largo del día para saber quiénes somos en realidad, y cuáles son las cosas que nos hacen verdaderamente felices.
¿Qué podemos hacer, entonces?
Durante este proceso de empezar a conocernos, hay varias estrategias que nos pueden ayudar a afrontar la soledad de la mejor manera posible. Mindfulness es un enfoque interesante que nos puede ayudar positivamente a modular cómo percibimos la soledad y entender que nosotras no somos nuestras emociones ni pensamientos, sino las observadoras de las mismas.
Encontrar nuestro propósito en la vida es, sin duda, otro factor fundamental en este proceso. Un metanálisis reciente (disponible en la revista The Journal of Afective Disorders) demuestra cómo tener un propósito de vida ha reducido el impacto negativo de la soledad en una población de 135.000 personas, de entre 18 y 109 años.
Finalmente, y por ello no menos importante, utiliza tu práctica de Yoga para hacer frente a la soledad y conocerte mejor. Da igual que prefieras practicar en una sala, o como en mi caso, realizar una práctica en soledad, simplemente con mi esterilla. Independientemente del estilo de Yoga que practiques, puedes comenzar a observar tus pensamientos y detectar cuáles de ellos están relacionados con la soledad.
Una reciente revisión publicada en 2020 en Complementary Therapies in Clinical Practice ha mostrado cómo la práctica de Yoga puede ayudar a reducir cómo nos afecta la soledad. Mejora la forma en la que las personas se relacionan consigo mismas y con los demás.
Así lo demuestra otro estudio publicado en la revista científica International Journal of Yoga. Y, específicamente en condiciones clínicas, un estudio en mujeres con depresión –publicado en 2013 en Issues in Mental Health Nursing– ha demostrado la importancia de practicar Yoga como un medio para reducir el estrés y los pensamientos rumiantes relacionados con la depresión. Además, facilita el sentimiento de estar conectadas con otras personas, lo que podría ayudar a reducir las percepciones de soledad que algunas percibieron.
¿Te animas?
Dadas todas estas consideraciones, animo a cualquier persona que esté experimentado una situación de soledad a ver esta como una oportunidad para caminar por la senda del crecimiento personal.
Animo también a realizar actividades conectadas con la naturaleza, que te ayuden a conocerte y disfrutar del Yoga no solo como una actividad física, sino como un medio para entender mejor tus procesos internos y comprender que cuando estás solo o sola en tu esterilla, es el momento perfecto para desapegarte de todos tus miedos asociados a la soledad.
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