La meditación requiere ciertos preparativos. Tranquilidad ante todo. Para meditar no es necesario que adoptes ninguna postura complicada. «Aunque los antiguos yoguis eran más proclives a meditar en complejas posturas sentadas como la posición del loto, la mayoría de practicantes de hoy no tiene la movilidad en las caderas necesaria para hacerlo de forma segura», asegura el profesor de yoga Jim Bennitt. Pero esto no significa que puedas simplemente tirarte al suelo sin la debida preparación. Prueba con las tres opciones que se explican abajo, sin olvidar este consejo de Bennitt: para una máxima comodidad, encuentra una posición en la que tus caderas estén por encima de las rodillas. Esto te facilitará mantener la columna alargada y el cuerpo relajado y cómodo.
Piernas cruzadas
Una de las posturas de meditación más accesible es Sukhasana (postura fácil). Siéntate en el suelo, y cruza las espinillas para obtener una base de apoyo amplia. Si eres más flexible, puedes crear una base estable deslizando un talón sobre la cresta de la cadera opuesta para sentarte en Ardha Padmasana (postura del medio loto).
En ambas posiciones, si notases como que te caes, siéntate en el borde de un cojín, bloque o manta doblada para apoyarte. Aparta con las manos la nalga de cada isquion para sentir la pelvis firmemente conectada a la tierra.
Desliza los omóplatos hacia abajo y amplía la clavícula. Alarga la nuca. Posa las manos sobre las rodillas con las palmas mirando hacia arriba.
Piernas por delante
Si tuvieses dolor de rodillas o cadera, estira las piernas frente a ti y siéntate con la espalda apoyada contra la pared. Pasa un cojín o un par de mantas dobladas bajo las nalgas para levantar las caderas por encima de las rodillas. Asegúrate de que la cabeza, el cuello y el torso estén alineados. Descansa las manos en el regazo, con las palmas hacia arriba.
En una silla
Olvídate de todos tus prejuicios. Aunque estés sentado en una silla sigue siendo meditación. «Asegúrate de tener los pies firmemente plantados y los muslos paralelos al suelo», explica Bennitt. Siéntate erguido, y deja que los hombros se separen de las orejas. Dirige la coronilla de la cabeza hacia el techo, y descansa las manos sobre los muslos con las palmas bocabajo.