Home Bienestar Practica la tolerancia en todos tus entornos; también en casa

Practica la tolerancia en todos tus entornos; también en casa

by Redacción
tolerancia

En tiempos tan revueltos, merecemos detenernos, hacer una pausa, escuchar y cuestionarnos por qué la tolerancia se está perdiendo. Y no solo es evidente en la política o en las grandes instituciones, sino que también en nuestros círculos cercanos, amigos y familia. Afortunadamente, estamos a tiempo de trabajarla, cuidarla y mimarla, con pequeños gestos en el día a día.

Por Aminie Filippi //Práctica de Elena Sepúlveda

La tolerancia, aquello que la Real Academia Española define como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, es para la psicología una habilidad especial para lograr la convivencia cotidiana, pero que cada vez escasea más. Es aceptar y abrazar la diferencia, apreciar la diversidad, no tener miedo, respetar a los que no son o no piensan como nosotros, saber escuchar, ayudar y empatizar. ¿Has pensado cómo seríamos y cómo sería el mundo en que vivimos si fuéramos más tolerantes?

Cada vez somos más intolerantes

En cada acción del día, podemos detectar cómo la tolerancia parece un valor en peligro de extinción. Lo vemos tanto en como se comportan las personas en las altas esferas políticas como en cada gesto que tenemos en los momentos más cotidianos y en nuestras relaciones más cercanas, la familia, los amigos, compañeros de trabajo, la vecina, los padres de los amigos de nuestros hijos… «Somos cada vez menos tolerantes. Se está perdiendo esa facilidad de hablar, de dialogar, de encontrar puntos de encuentro y de escuchar los puntos de vista de los demás», sostiene el psicólogo Ismael Dorado, experto en inteligencia emocional. «Vivimos en una batalla campal permanente, donde la gente es capaz de pegarse por un sitio de aparcamiento, dejar las amistades por una discusión sobre política o no quererse verse en Navidad, por opinar distinto».

TOLERANCIA

Lo que hay detrás de la intolerancia

La mayoría de las veces, nuestra falta de tolerancia va de la mano de la falta de respeto y nubla la empatía. Además, crea el refugio perfecto donde anida el miedo. «Tememos no tener razón. Tenemos miedo a que nuestra verdad no sea más que una opinión, miedo al cambio y a que nuestras creencias de toda la vida se desplomen. De hecho, nos aferramos a ellas, como si fueran completamente excluyentes del resto, y como una forma de estar más seguros. Pero no caemos en la cuenta de que es donde menos lo estamos, porque es otra forma de tener miedo».

El psicólogo también afirma que, en ese escenario, nos cuesta comprender que existen más puntos de vista, además del nuestro, y creemos que el que piensa distinto lo hace como un ataque personal. Ahí es donde nos falta empatía. «Pensamos que las personas hacen o dicen determinadas cosas por molestarnos, y no es así. A lo mejor, lo hacen por la vida que han llevado, el tipo de oportunidades que han tenido, sus propias experiencias». Es así como nos vamos construyendo barreras nosotros mismos, que nos impiden ser tolerantes, lo que deriva en una «falta de flexibilidad en nuestro pensamiento, que cada día es más rígido y más excluyente».

Detrás de la intolerancia también existe una amenaza a la libertad. «No son buenos tiempos para la libertad», dice Dorado, quien añade que «llamamos libertad a que yo pueda decir las cosas, pero el otro no. Y eso no es. La libertad implica mucha tolerancia y la tolerancia implica mucho respeto, y el respeto implica mucho respeto a las normas de convivencia».

TOLERANCIA

Por qué apostar por la tolerancia

El psicólogo nos explica el alcance que tiene la tolerancia (y la falta de) entre las personas tanto a nivel social como individual.

A nivel social: «La tolerancia hace nuestro mundo más grande», dice el experto y comenta que esta nos permite conocer nuevas cosas, nuevas opiniones, nuevos puntos de vista y aprender mucho. «Cada día que pasa, los mundos interactúan más, y cada día, nuestro mundo puede estar menos solitario. Nuestro país, por ejemplo, recibe un montón de personas y con ellas podemos conocer todo tipo de pensamientos, culturas, religiones, formas de vida… Abrir nuestras miradas nos enriquecerá en emociones, conocimientos, pero sobre todo, nos conducirá a ser un mundo mucho mejor».

A nivel individual: ocurre más o menos lo mismo: ser intolerantes reduce a la mínima expresión nuestra visión del mundo. Pero una de sus consecuencias más directas es que nos causa frustración, con la que se va mermando nuestra idea de felicidad, en un círculo vicioso. «Las personas intolerantes se frustrarán y serán menos felices, porque estarán en desacuerdo con más cosas, más enfadadas, con más rabia y gran malestar, lo que, a su vez, generará más frustración por no poder ser felices». Y opina el experto: «la intolerancia es un corsé de hierro que, al final, nos impide hasta respirar».

El experto agrega que también nos hace perder nuestra capacidad de inteligencia emocional, volvernos más impulsivos y llenarnos de conflictos innecesarios. «Por eso, repercute en nuestro crecimiento personal, recluirnos en nuestro mundo pequeño, en nuestro mundo lleno de barreras y nos hace un mundo muy asfixiante. ¿Por qué? Porque todo lo demás, todo lo que no sea lo que nosotros pensamos, se vive como una amenaza». Por el contrario, la tolerancia nos permite crecer, desarrollarnos, ampliar nuestro mundo y tener más momentos felices, tanto en lo personal, como en la relación con otras personas.

Tolerar no es lo mismo que aguantar

«Entre ser tolerante, ser bueno y ser tonto, existe una fina línea, que rebasamos con muchísima frecuencia», sostiene Ismael Dorado. El experto en inteligencia emocional explica que ser tolerante nos lleva a establecer relaciones de respeto, pero también a exigirlo. «En el momento en que no se nos respeta, no hay más tolerancia. No tenemos por qué perder el tiempo ni la energía con alguien que no nos respeta».

Cuando no sabemos decir que no, estamos permitiendo que las personas entren a nuestro mundo y ejerzan un poder sobre nosotros. «Llegan allí, nos sueltan su bolsa de basura llena de frustraciones, problemas y rabia, y nos la dejan en nuestro lado de la vida». Entonces, uno de nuestros retos es aprender a decir que no, casi por defensa propia. «Porque cada vez que decimos que sí, cuando queremos decir que no, estamos transmitiendo que no nos respetamos a nosotros mismos. En su lugar, si tienes dudas o te está costando, piensa que vas a decir que no por una razón muy simple: porque te amas».

TOLERANCIA

Claves para desarrollar la tolerancia

  • AUTOCRÍTICA. El primer paso es empezar por uno. «Los que salen a la calle a defender la tolerancia y llevan una piedra en la mano, están yendo en dirección contraria», comenta el psicólogo. Pararnos a pensar cuán tolerantes somos es un ejercicio necesario.
  • RESPETAR. El respeto es otro valor que parece diluirse en las conversaciones. Basta con poner la televisión, la radio o ver las redes sociales para ser testigos de ello. «Todos esos insultos son reflejo de que no hay tolerancia ni respeto por nada», denuncia el experto. Una persona que es tolerante, puede interesarse por los argumentos de otra que opina lo opuesto. Y es posible hacerlo con respeto. Entonces, esa sensación de respeto, de no alzar la voz, de no interrumpir ni hacer callar a los demás, y «de no querer colarles lo que nosotros queremos», es lo que marca la diferencia.
  • SABER ESCUCHAR. «Cuando escuchamos a las otras personas, podemos abrirnos a nuevas razones, nuevos pensamientos, incluso con cosas con las que, a lo mejor, no estamos de acuerdo, pero nos invitan a preguntarnos por qué no estoy de acuerdo». Uno de los errores que cometemos en la vida es pensar que nuestro pensamiento va a ser igual siempre, porque este puede ir cambiando a lo largo del tiempo, por lo que podemos mejorar nuestra mirada con las experiencias propias y con las de los demás.
  • PREGUNTAR. Hacer un ejercicio permanente de preguntar a los demás (siempre con respeto), de querer entender los argumentos, las nuevas vidas. También a cuestionarnos, porque «en el momento en que escuchamos a alguien su forma de pensar, se nos deberán abrir infinidad de preguntas que amplían nuestras posturas, no infinidad de barreras».
  • ACEPTAR LA IMPERFECCIÓN. No somos perfectos, por mucho que algunos crean que sí lo son. Como no somos perfectos, nuestro pensamiento tampoco tiene que ser perfecto y tampoco nuestra verdad. «Esto nos lo podemos aplicar a nosotros y a los demás, porque nadie es dueño de la verdad absoluta», señala el experto.
  • AMPLIAR NUESTRA VISIÓN. «Nuestro mundo no es más que un puntito pequeñísimo en el universo, y que, cuando estamos junto a otros puntos (otras personas), es cuando conseguimos ser grandes. Por eso, cuanto más solos estemos, más pequeños vamos a ser».
  • ROMPER LAS CREENCIAS LIMITANTES. Derribar esas verdades absolutas que tenemos incrustadas en nuestra historia personal es una buena estrategia para empezar a unirnos a otras personas y abrir nuestro mundo. Para ello, «nos puede venir bien rodearnos de personas con las que no tenemos por qué estar de acuerdo, pero con las que seguro vamos a encontrar algún punto de unión, de encuentro o de conversación», recomienda el psicólogo.

PRÁCTICA PARA POTENCIAR LA TOLERANCIA

Visualización para fortalecer nuestros límites

A menudo, la falta de tolerancia surge de la ausencia de límites claros. En un mundo cambiante e incierto, definir nuestro espacio nos permite interactuar con apertura, sin reaccionar a la defensiva. También nos ayuda a equilibrar la firmeza y la flexibilidad, algo indispensable para que la comprensión y la inclusividad ganen terreno a la intolerancia y la exclusividad en nuestras relaciones.

Busca un objeto para representar una línea; puede ser una cuerda, una cinta o un pañuelo. Ubícate de pie en un espacio tranquilo y silencioso y coloca el objeto en el suelo cerca de ti. Siente tu cuerpo firme pero cómodo.

1RESPIRAR PROFUNDA Y FLUIDAMENTE (3 MINS)

• Cierra o entorna los ojos. Inhala profundo por la nariz y deja que el aire expanda tu cuerpo. Exhala suavemente por la boca, soltando tensiones.

• Así como la respiración fluye de una fase a otra sin esfuerzo, nuestros límites pueden existir sin rigidez. Con cada inhalación, siente apertura y aceptación. Con cada exhalación, suelta rigidez o resistencia.

2CONECTAR CON TU ESPACIO INTERIOR (4 MINS)

• Imagina que estás en un lugar amplio y sereno: un bosque, una playa, un jardín o cualquier espacio donde te sientas segura y en calma. Respira conectando con la serenidad de este entorno, dejando que cale profundo en tu ser.

• Ahora, trae a la mente la línea que colocaste en el suelo: es el símbolo de tus límites personales. No es una barrera rígida ni infranqueable, sino una línea de luz flexible, que te define sin aislarte. Reconoce que tener límites es un acto de autocuidado, no de separación.

3EXPLORAR LA FLEXIBILIDAD DENTRO DE LOS LÍMITES (4 MINS)

• Piensa en una situación reciente en la que alguien o algo desafió tu tolerancia. Observa la sensación que surge sin juzgarla. ¿Cómo reaccionaste en ese momento?

• Imagina que estás de nuevo en esa situación y que, en lugar de reaccionar de inmediato, extiendes un hilo de luz que va desde la línea de tus límites personales hacia la persona o situación, como abriendo un canal de comprensión.

• Repite internamente: «Tengo derecho a mis límites y, al mismo tiempo, puedo abrirme al entendimiento».

TOLERANCIA

Si quieres leer más acerca de por qué la tolerancia es un valor que debemos ejercitar día a día, sobre todo en estos tiempos tan revueltos, no te pierdas el número 142 de revista YOGA SPIRIT. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistayogaspirit.es

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