Cuestiones filosóficas que siempre quisiste saber: capítulo IV
Quitarte los zapatos antes de entrar a la clase, cantar el Om, usar incienso y velas, dedicar la práctica al inicio de la clase, evitar beber agua durante tu sesión… La popularización del Yoga hace que muchas personas se beneficien de la riqueza de esta práctica, pero también que se pierdan algunos aspectos importantes. Naren Herrero, experto en filosofía de la India, nos ayuda a profundizar en el origen y propósito de algunos elementos propios de la tradición hindú que observamos y practicamos en las clases de Yoga. Para ello, nos ha respondido a esas cuestiones filosóficas de una clase de yoga que siempre quisiste saber y hasta ahora nadie te había respondido. Hoy te contamos por qué se dedica la práctica al inicio de tu clase. No te pierdas las que hemos ido publicando en nuestra web y las que iremos ofreciendo en los próximos días.
Por Naren Herrero, periodista y escritor especializado
en la filosofía de la India y del Yoga
En muchas clases de Yoga, antes de comenzar con los ejercicios, se crea una intención personal. O se dedica la clase a una causa o se ofrecen los beneficios de la práctica a alguien que está sufriendo. La reacción a esta idea es variada. Y aunque, en general, a todos nos termina gustando, en un principio uno tiene miedo de que, por ofrecer esos beneficios a otros, uno vaya a quedarse sin ellos. Sobre todo si los ofrece a seres o causas a las que no les tiene tanto afecto o cercanía.
Ofrecer los beneficios de la práctica a otros
En cualquier caso, y para tranquilizar a todos, no hay que preocuparse, ya que el hecho de compartir tus beneficios no te los quita. En realidad, te los maximiza. Es como una madre que tiene un hijo y lo ama con todo el amor del que dispone. Luego tiene un segundo y un tercer hijo y, como sabemos, el amor no se le gasta, sino que curiosamente alcanza para todos. Dedicar los beneficios es un proceso similar. Uno puede probar a ofrecer su práctica a todas las personas que están pasando frío ahora mismo en el mundo y va a ver que, al final de los ejercicios, no pierde nada de calor… Probablemente ocurra lo contrario.
Generalmente cuando uno está mal, decaído, deprimido o enfadado es porque está centrado en uno mismo y en sus propios problemas. El Yoga y su filosofía no prometen quitarte los problemas ni darte una pócima mágica. Simplemente te dicen que cuanto más centrado estás en ti mismo o ti misma, más difícil es ser feliz. Al hacer una acción sin expectativas, automáticamente te sientes más descargado. Esto es porque no le estás dando manija al “yo, mío, para mí” de siempre. Personas con depresión lo confirman cuando dicen que el momento en que mejor se sienten es cuando hacen una acción por los demás.
En el caso de una clase de Yoga, uno le dedica el tiempo, el esfuerzo y los beneficios a alguien o algo y, luego, durante la práctica, trata de recordarlo. Al hacer esto, uno incluso puede quedarse más tiempo en las posturas, hacerlas mejor o por un bien superior, no solo para obtener unos glúteos firmes. Lo bonito del caso es que los glúteos firmes los vas a lograr de todas maneras si practicas con regularidad, pero será un efecto colateral y no el objetivo principal.
Como dice el legendario maestro Sri Dharma Mittra, sin el hecho de ofrecer la práctica lo que estamos haciendo es solo gimnasia. Por suerte, es Yoga.
Si quieres conocer más sobre esta y otras cuestiones filosóficas de una clase de yoga, no te pierdas el número 112 de tu revista Yoga Journal España. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistayogaspirit.es