Tras la divulgación del âsana de Yoga en Occidente, muchos practicantes desean acceder a los demás aspectos de esta antigua y vasta tradición. Se abre así el campo para las grandes preguntas del ser humano que dieron lugar al extenso corpus sapiencial del pensamiento indio. Iluminando esa tierra virgen que existe más allá del mundo que creemos conocer, esta sabiduría también puede cantarse… El sonido está presente. Eva Espeita nos lo cuenta y nos lo canta para Yoga Journal España.
TEXTO: Eva Espeita FOTOS: Mara Saiz
¿Cuál es el origen de los mantra que escuchamos en los círculos de kirtan? ¿Y el de las formas musicales que llamamos meditativas? La herencia de India es la principal fuente de estas propuestas, siendo esta la civilización viva más antigua del planeta. A través de ella podemos acceder a un hilo de conocimiento prácticamente ininterrumpido. Este ha ido evolucionando a lo largo de su historia, constituyendo una oportunidad de aprendizaje única para todos nosotros.
RITO Y FILOSOFÍA
La ortodoxia védica conforma el legado inicial, que evoluciona desde lo ritual a lo filosófico. Anima a una esforzada búsqueda de la virtud y sus textos se recitaban (y se recitan) a través del canto védico. Sus características se mantienen vivas desde su origen hasta hoy con las mínimas variaciones.
Basado en la articulación del sofisticado lenguaje sánscrito y su semántica, el canto védico posee unas reglas específicas de entonación y pronunciación. Tiene dos grandes propósitos: la comunicación con las fuerzas del Universo y la armonización de la mente. El OM es la forma primaria de todo mantra y representa la realidad última de todas las cosas. Más adelante, aparecen los bîjamantra del Tantra. Estos son sonidos semilla a partir de ciertas combinaciones sonoras, sin sentido semántico ni función lingüística. Suponen el medio para conectar con la quintaesencia de las fuerzas que representan.
DEVOCIÓN
La aparición del concepto de bhakti o devoción marcaría un antes y un después en la espiritualidad india. Dio lugar a otros usos del mantra. Desde su inicio se preconizó como la vía yóguica más rápida y sencilla.
La experiencia devocional puede no estar vinculada a lo religioso, que implica unas normas específicas de conducta y de creencias particulares. Hablamos, entonces, de misticismo, una experiencia personal, no dogmática y abstracta de la unión (Yoga) de todas las cosas. La tendencia y el deseo profundo del ser humano de participar en el misterio de la existencia es común a todos. Esta mirada es la que nos permite el acceso a esta vía, sin acallar nuestro sentido crítico, abriéndonos al poder que encierra. Este no es otro que el poder del amor. Aunque a veces encontramos el amor como una emoción, para los seguidores del camino de la devoción, el amor supone la alquimia de todas ellas. La esencia de las emociones de las que trata la especulación estética india pretende sublimar las mismas hacia el gozo, a través del amor.
Kîrtana es la forma de música devocional más extendida en Occidente, en la que se repiten los nombres y atributos de la divinidad en grupo. Esto nos permite la experiencia de la reunión y el canto colectivo. Estas son actividades habituales en todas las culturas y que se han ido perdiendo en nuestro acercamiento a la modernidad. Si añadimos la devoción en el proceso, la experiencia se vuelve profundamente transformadora y beneficiosa.
Puede soportar la fusión mejor que otros estilos. No obstante, no podemos ignorar que la aplicación de la armonía con temperamento igual, de origen europeo (a través del armonio, cuyos acordes han sido probablemente la clave de su éxito), ha hecho que pierda su contacto con la afinación natural, parte esencial de la música clásica india.
Esta tensión entre afinación temperada y natural no parece poder resolverse. Ambas ofrecen interesantes posibilidades y, quizá, la mejor actitud es, precisamente, la que el bhakti enseña. Si algo nos lleva hacia el amor, entonces es adecuado.
SONIDO
Más allá de las palabras y sus significados está el sonido: el sonido en sí mismo, como realidad inmanente y trascendente. Esta es la realidad del nâda, el sonido sutil que el yogui puede llegar a escuchar cuando las corrientes psicoenergéticas se purifican. A ella hace referencia la literatura temprana del Yoga.
El nâda puede verse reflejado a través del uso de la tanpura en el arte de la música clásica india. Es lo que supondría para el músico una forma de nâda a través de los armónicos que produce. Este instrumento se convierte en la referencia absoluta para las a naciones inspiradas en la escala justa natural. De esta forma, entrar en consonancia con ella supone una práctica de meditación.
La afinación determina distancias específicas entre los grados de una escala o intervalos. Es quizá la máxima (aunque no la única) responsable de nuestras más profundas sensaciones en la escucha de la música. Precisa por parte del emisor y por parte del receptor una atención prístina. Esta se desarrolla a través de la exposición a estos intervalos y que no solo refina el oído sino nuestra sensibilidad, en general. El sonido a través del sistema musical indio puede aportarnos armonías, especialmente a través del dhrupad, el género más antiguo del norte de India.
Trascendiendo el ámbito musical, el Yoga Tántrico toma este concepto y expone prácticas de meditación en el sonido interno. Así, el corpus del Hatha Yoga (un complejo sistema de prácticas eclipsado por la âsana en occidente) despliega sus descubrimientos sobre el nâda. Pero al mismo tiempo facilita su experiencia. Sus prácticas están basadas en el concepto de kundalinî, la energía divina en el ser humano. Su despertar serpentino hace sonar el instrumento de nuestro cuerpo (simbolizado a través de los diagramas de cada chakra). Además, nos permite escuchar el nâda y hacernos alcanzar, por ende, nuestro centro más íntimo. Para esto se precisan las prácticas de purificación, trabajo corporal, retenciones respiratorias y activación de determinados puntos en nuestro cuerpo. Y, por supuesto, el uso de nuestra voz en el proceso. La secuencia que compartimos con todas y todos vosotros es un ejemplo de esto.
SOBRE MÍ
La aspiración a lo inefable (especialmente a través del arte y la filosofía) ha estado siempre presente en mí. Ya en mi infancia sentía, además, que habíamos perdido algo importante en el pasado. Es por eso que mi intención era dedicarme a la arqueología (sin dejar de lado la música) para recuperar el conocimiento perdido. Pronto descubrí que para recuperar ese conocimiento había que recuperar antes al ser humano. Tras mi adolescencia, abandoné mis estudios superiores para convertirme en yoguini. Era un momento en el que el Yoga no formaba parte de la cultura general. Y así fue cómo la vida, hace dieciséis años, me colocó en la docencia integral del Yoga.
Ya desde mis comienzos en el Yoga de Bihar (donde conocí a grandes maestros y fui iniciada como Samnyâsin), entendí que la tradición necesitaba ser adaptada para ser comprendida. Pero había que hacerlo desde unos parámetros que conservaran su propósito original. Esto hizo que me comprometiera con un incesante estudio de las fuentes textuales, así como de la mayoría de escuelas y tradiciones de Yoga vigentes en la actualidad. El objetivo era contrastar la mayor cantidad de información posible y así poder ofrecer una destilación de la misma. Esta aproximación se encuentra también en mi trabajo con el sonido, el canto y la música (especialmente orientado desde la música clásica india o dhrupad). Procuro crear puentes para una mejor integración de la enseñanza, que realizo también en muy diversos formatos y lugares.
Viajo periódicamente a India, conciliando vida familiar y profesional. En Madrid dirijo mi propia escuela de Yoga Aushadi desde hace 9 años junto a mi hermana Marta Espeita (inspiración y ayuda inestimable). Ella es también docente en el curso oficial de profesores de Yoga en la Universidad Politécnica de Madrid y gran erudita del Yoga y el pensamiento indio.
Me siento una gran afortunada por compartir con mis estudiantes de Yoga y canto, y con todas las personas que acuden con su corazón abierto a mis conciertos. Ellas son la razón para que dé lo mejor de mí cada día. Considero sagrada la relación entre la enseñanza, la persona que enseña y la persona que aprende. Soy testigo de cómo esos papeles se invierten y aprendemos simultáneamente unos de otros.
Quiero finalizar este texto en el recuerdo de que la mera práctica no asegura nada. Que la enunciación de ciertas palabras no implica maestría, y que las tendencias regresivas (a las que todos hemos de hacer frente) se ocultan hábilmente ante nuestra inmadura mirada. Puedan estas palabras servir como una llamada a la revisión constante y sincera de nuestro estado. O tal vez una una exhortación a la entrega humilde y una inspiración que nos aliente en la gran odisea de nuestra preciosa y compleja encarnación humana.
EVA ESPEITA también nos propone una maravillosa secuencia para la escucha del sonido interno, en el número 109 de tu revista Yoga Journal España. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistayogaspirit.es