Quienes hablamos español estamos de suerte: ahora podemos acceder a las enseñanzas de Gabrielle Harris gracias a la publicación en castellano de El lenguaje del Yin Yoga (Editorial Sirio), un bello y práctico libro sobre el diseño de clases en Yin Yoga.
Por Elena Sepúlveda // Fotos de Gabrielle Harris Yoga
YOGA SPIRIT: Háblanos un poco sobre ti. ¿Qué te llevó inicialmente al Yoga y qué encendió en ti el deseo de compartirlo con otras personas?
GABRIELLE HARRIS: Antes de enseñar Yoga, fui profesora de TESOL y enseñaba inglés a hablantes de otras lenguas. Disfrutaba mucho de la enseñanza y de su lado creativo. Muchas veces soñé con escribir un libro sobre TESOL, pero no llegué nunca a empezarlo. Años más tarde, estuve dando clases de fitness a grupos en un gimnasio y aprendí sobre presentación, sincronización y coreografía. Cuando terminó ese programa, el gimnasio abrió un estudio de Yoga donde ofrecía formaciones de profesorado. Aproveché la oportunidad para aprender más sobre el Yoga. Eso fue hace unos 15 años y desde entonces enseño Yoga.
Me interesa mucho la psicología del Yoga. Soy licenciada en Psicología Educativa y me encantan algunas de las enseñanzas budistas y del Yoga que hablan de la mente, de cómo esta funciona y de qué podemos hacer para aliviar el sufrimiento. A lo largo de los años, he descubierto, mediante la práctica y el autoaprendizaje, que algunos hábitos o tendencias desaparecen de forma natural a medida que los sustituyes por otros mejores. Me siento más paciente y creo que empiezo a tener una perspectiva más amplia de la vida. El Yoga es una medicina lenta, pero profunda y duradera.
¿Algún consejo para alguien que empiece a enseñar Yoga?
El mejor consejo: empieza a enseñar. No lo dejes para cuando estés preparado/todo sea perfecto. Ninguna de las dos cosas van a pasar. Lánzate a enseñar. La mejor manera de aprender a enseñar es enseñando. No te compares con otros. Cada uno está en una etapa diferente en el camino de la enseñanza. Si te comparas con otra profesora que lleva años enseñando, puedes sentir que te falta algo. En lugar de eso, inspírate en los demás, pero sigue haciendo tu propio trabajo. Cuando hayas acabado tu clase, déjala ir y no pienses más en ella. Habrás hecho algunas cosas estupendas y otras que se pueden mejorar. Intenta no darle vueltas a estas últimas, sino aprender de ellas.
Tu propia formación es muy ecléctica y abarca distintas tradiciones y disciplinas. ¿Cómo se refleja esto en tu oferta de Yoga actual?
Cuando empecé a dar clases de Yoga, me interesé por los distintos estilos, filosofías y tradiciones, y quise sumergirme en el estudio de esta disciplina. Vivir en Nueva Zelanda no te da demasiadas oportunidades de estudiar Yoga. La mayoría de los cursos que me interesaban estaban en el extranjero. Como viajar puede ser difícil y caro, reflexioné en la manera de resolver el problema que presentaba, querer formarme con algunos de los grandes nombres del Yoga. Y se me ocurrió que si no podía ir hasta ellos, los traería a ellos aquí para que impartiesen sus cursos en Nueva Zelanda. Empecé a ponerme en contacto con todos los profesores con los que quería estudiar y… ¡todos estaban dispuestos a venir a Nueva Zelanda!
Empecé a invitar a profesores de Yoga y a organizar cursos de formación de profesorado, que resultaron ser un gran éxito. Lo estuve haciendo durante unos siete años, hasta que llegó el Covid. Fui anfitriona de grandes nombres como Maty Ezraty, Ti any Cruickshank, Noah Maze, Joe Barnett, el Dr. Timothy McCall y muchos otros. Cada uno de ellos tenía algo único y especial que ofrecer y todos me influyeron de diversas maneras.
Poco a poco, empecé a incorporar a mis clases lo que iba aprendiendo: filosofía, secuencias, planificación, anatomía, Yoga terapia, Medicina Tradicional China, budismo, variaciones esqueléticas, etc. Hoy día enseño principalmente Yin, pero llevo las raíces de esos maestros en todas mis clases.
¿Qué te atrajo del Yin Yoga en concreto? ¿Dirías que es una práctica para todo el mundo o no la recomendarías en determinadas situaciones?
La verdad es que al principio no me gustaba el Yin Yoga. Me parecía aburrido. Yo venía de una práctica de Yoga muy activa y no le veía sentido a permanecer quieta durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, a medida que lo hacía más y más, empecé a enamorarme lentamente de él, hasta el punto que dejé los otros estilos de Yoga y me concentré en el Yin. Me gusta la quietud y la calidad reflexiva de la práctica. Encuentro que es como una meditación. Es una práctica muy autocalmante y necesaria para cualquiera que lleve un estilo de vida yang.
«El lenguaje del Yin Yoga» es un libro maravilloso sobre temáticas de Yoga. ¿Qué te llevó a escribir este libro en lugar de otro más técnico?
Es algo que viene de mis días como profesora de TESOL. Como teníamos que dar clase todos los días durante cinco horas, a menudo me preguntaba ¿qué voy a enseñar hoy? Me parece que las temáticas son un hermoso anclaje para la planificación de las clases y, además, no hay muchos libros de este tipo en el mercado. Me gusta la filosofía del Yoga e integrarla en mis clases de forma práctica y comprensible.
Haces hincapié en el poder de las palabras y animas a quienes enseñan a crear su propio banco de palabras para diferentes temáticas. ¿Qué impacto crees que tiene sobre la alumna la elección de palabras de la profesora?
Las palabras son una forma de comunicarnos con nuestras alumnas. Para mí, las palabras son vehículos de energía que pueden dañar o curar, calmar o perturbar. Si elegimos bien las palabras, es más fácil llevar a las personas a estados de relajación, ayudarles a liberar tensiones o quizá a comprender algo sobre sí mismas.
Las clases regulares semanales son cada vez más cortas. ¿Qué diferentes aspectos del Yoga incluirías en una clase de una hora para que sea gratificante de enseñar y recibir?
En una clase de una hora haría algo como lo que se indica en el gráfico de la página anterior para una temática sobre «espacio». Los mapas mentales me parecen una potente forma de obtener rápidamente una visión general de la clase que voy a impartir.