Ignoradas hasta hace relativamente poco, las fascias cobran cada vez más protagonismo en las disciplinas relacionadas con la anatomía. De su buen estado dependen nuestra movilidad, nuestra capacidad de sentirnos físicamente a gusto en nuestro propio cuerpo e incluso el funcionamiento correcto de nuestro metabolismo. El Yin Yoga puede contribuir significativamente a su salud.
Por Elena Sepúlveda
Las fascias son las partes blandas del tejido conectivo y forman una red tridimensional que abarca todo el cuerpo. Si observamos el interior de un pomelo cortado transversalmente, con sus diversas capas de finas membranas, nos podemos hacer una idea de cómo van nuestros tejidos fasciales. Desde la superficie de la piel hasta lo más profundo del organismo.
Las fascias rodean al músculo, pero también están dentro de él, alrededor de los haces de fibras musculares (fascia profunda). De hecho, pueden constituir hasta el 30% de la masa muscular y de ahí el término «miofascia». Estas membranas rodean también a los órganos internos, huesos, nervios o vasos sanguíneos haciendo que todo se mantenga en su sitio. Se dice que son el «pegamento» que nos cohesiona. Algunas de sus funciones son dar forma y estructura al cuerpo, conectándolo todo; transmitir fuerza muscular al sistema esquelético; lubricar diversas superficies que necesitan moverse o deslizarse entre sí o actuar como órgano sensorial complejo.
Cómo ayuda el Yin Yoga a las fascias
Con las posturas de Yin Yoga, cuando la musculatura del área con que trabajamos está relajada, podemos acceder a las fascias profundas y ejercitarlas de forma adecuada para que puedan cumplir con sus funciones. Hemos de tener en cuenta que las fascias son «tejidos yin» que acompañan al movimiento. Es decir, que son plásticos y no elásticos como los músculos, que son contráctiles y generan movimiento. Por ello, las fascias responden mejor a un estrés positivo de tipo yin: a tensión o compresión estática y de larga duración. Las posturas de Yin Yoga pueden ayudar a que las fascias se reorganicen, se alarguen, se hidraten o aumenten su grosor.
Un tejido lleno de fibras
A nivel de estructura, las fascias son como una tela formada por numerosos hilos o fibras. En las personas jóvenes o con fascias sanas, presentan un patrón como de malla, con suaves líneas ondulantes. La edad, el sedentarismo o las lesiones hacen que las fibras fasciales se enmarañen como en un ovillo de lana. Pero también se acorten, aglutinen, adhieran, deshidraten y que se lleguen a generar reticulaciones (el exceso de ejercicio también tiene este efecto). Las reticulaciones cierran el espacio que el músculo tiene para moverse y conducen a la pérdida de movilidad. Las fascias en mal estado pueden empezar a aprisionar a los órganos internos también y debilitarlos al impedir el intercambio de fluidos, lo cual afecta al metabolismo.
Un tejido fascial sano está fuerte, flexible e hidratado. En las fascias hay cuatro componentes: células, agua, fibras y sustancia fundamental (un líquido viscoso en el que están suspendidas las fibras). El estímulo resultante de las posturas de Yin Yoga (y otras formas de acupresión) puede favorecer el crecimiento de los fibroblastos, las células fasciales responsables de la creación de colágeno (aporta fortaleza), elastina (proporciona exibilidad) y moléculas hidrófilas (contribuyen a la hidratación). La correcta producción y absorción de colágeno también reduce las adhesiones que restringen el movimiento entre las superficies deslizantes de nuestros músculos y puede hacer que los tendones se vuelvan más gruesos y fuertes. Lo que buscamos al incidir sobre este tejido conectivo con nuestra práctica de Yin es encontrar un equilibrio entre movilidad y estabilidad, entre flexibilidad y fortaleza.
Un gran órgano sensorial
De un tiempo a esta parte, se ha descubierto que gran parte de los dolores y las limitaciones del aparato locomotor están relacionados con las fascias más que con las fibras musculares o el sistema esquelético. La red fascial que recorre nuestro cuerpo es un órgano sensorial enorme con un gran número de terminaciones nerviosas, sensores de percepción y receptores. Al ser nuestra principal fuente sensorial (después de la piel) o de propiocepción (sexto sentido, movimiento, contacto y posición), que nos sintamos jóvenes y ágiles o viejos y anquilosados tiene que ver con el estado de las fascias y cómo el cuerpo las percibe.
Si las fascias se adhieren o apelmazan, además de limitar el movimiento, experimentaremos dolor. La interconexión de la red fascial hace que un desequilibrio en una parte del cuerpo pueda hacerse eco en otra muy distante. Y al mismo tiempo, un buen entendimiento de estas conexiones hace posible trabajar en partes alejadas de una zona de dolor para sanarla. Esta interconexión posibilita también que, con la suficiente atención y práctica, podamos sentir el movimiento de la respiración en la totalidad del cuerpo.
Correlación entre vías fasciales y meridianos
En su libro Vías Anatómicas, Tom Myers traza una anatomía de estas conexiones. «En 500 años de estudio del cuerpo humano en Occidente, nos hemos centrado en el enfoque reductor de buscar todas las piezas y nombrarlas». Su libro tiende un puente entre los detalles separados y la idea cósmica de interconexión. Traza así, avenidas longitudinales o meridianos miofasciales por los que se transmite la fuerza miofascial a través del organismo.
La relación con los meridianos energéticos
Es interesante ver cómo el recorrido de estas líneas o vías anatómicas coincide con el trazado por la Medicina Tradicional China. Esto es, a través de los meridianos energéticos, canales encargados de llevar energía vital o chi a los diferentes órganos internos. La línea frontal superficial recorre la parte delantera del cuerpo y se asemeja al meridiano del Estómago; la línea posterior superficial recorre la parte trasera del cuerpo y se asemeja al meridiano de la Vejiga; las líneas laterales recorren la parte lateral externa del cuerpo y se asemejan al meridiano de la Vesícula Biliar; las líneas de los brazos recorren los cuatro cuadrantes de estos y se asemejan a los meridianos del Pulmón, Corazón e Intestinos Delgado y Grueso.
Salud para las fascias
Cuando en Yin Yoga trabajamos energéticamente incidiendo sobre un meridano concreto para equilibrar el flujo de chi en un Órgano, ayudamos a traer salud a las líneas miofasciales. En la postura del Sillín, por ejemplo, trabajamos el meridiano del Estómago. Este recorre la parte delantera del cuerpo, que es también la línea o vía anatómica frontal superficial. Dependiendo del estado de los tejidos, la postura se podrá sentir en distintos puntos, desde el empeine hasta la zona de las costillas inferiores. Aquí destaca la interconexión de todas estas zonas.
Elena Sepúlveda es profesora y formadora de Yin Yoga. Para saber más, entra aquí.
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