Compromiso y constancia
Por Mario Silva Gil
Sin acción, no hay Yoga. Y Yoga solo es AHORA, de tal forma que para que se produzca una verdadera transformación, la práctica es indispensable.
“Un gramo de práctica pesa más que una tonelada de teoría” (Swami Sivananda), y esto se produce porque la esencia de esta ciencia milenaria es una invitación y una oportunidad de habitar nuestro cuerpo y observar el funcionamiento de la mente generalmente atrapada en el futuro o en el pasado. Es, por tanto, un camino de interiorización que despliega el poder de la atención plena y el darse cuenta.
A través del Yoga se despierta la propia sensibilidad corporal y una escucha profunda que incluye e integra al cuerpo, la mente y la consciencia. Esto solo se produce a través de la práctica.
Yoga es una experiencia sentida, vivida: no puedes interpretar la respiración ni puedes respirar en el futuro ni el pasado, todo es instante presente.
Cada practicante busca el Yoga quizás para modificar algo de una realidad que vive y que no es muy satisfactoria: niveles de estrés elevados, poca motivación, dolores físicos, depresión, sobrepeso, ansiedad… El camino del Yoga acoge cualquier motivación que tengas, ya que, a través de la práctica, la constancia y el compromiso suficiente, el propio proceso hará su trabajo, es decir, despertar; cada uno a su tiempo y cada practicante con su propio proceso.
Puede ser que las motivaciones iniciales se vayan modificando, por el hecho de acudir a la esterilla una y otra vez, situarte en ella para sentir el cuerpo, observar la mente y respirar con atención. Se trata en un entrenamiento físico, mental y emocional de enorme impacto, que posibilita afinar la mirada sobre la realidad que vivimos, pudiendo transformarla desde un lugar más hondo, un lugar de mayor integridad.
El proceso de transformación que promueve el Yoga es fruto del trabajo, la constancia y el compromiso que tengas con la práctica.
La creación de nuevos hábitos que permitan una mayor gestión del mundo emocional a través de un sistema nervioso estable o, experimentar el impacto que supone relajarse en Savasana (postura del cadáver) y dejar de hacer, son ejemplos de cómo Yoga se nos muestra como un camino de vida que se extiende más allá de la esterilla. Es por ello que la constancia y el compromiso, añadiendo grandes dosis de paciencia, son elementos claves para al desarrollo de una nueva percepción de la realidad, más acorde con la realidad que se vive y por tanto más honesta y coherente.
La integración cuerpo-mente se nos muestra ya no como meta inalcanzable, sino como una verdadera posibilidad, a través del reconocimiento y la certeza que ya posees. Todos tenemos los elementos esenciales para practicar Yoga: un cuerpo, una mente y una consciencia, por lo tanto, no hay nada externo que buscar, simplemente, desenrollamos la esterilla y nos entregamos a la práctica, como un acto de auto-responsabilidad y de profundo amor por una vida despierta.
Para desplegar el potencial interior y recuperar la propia energía creativa, Yoga se nos muestra como un proceso de constante relación con la esterilla, ya que, así como la meditación se aprende meditando, el Yoga se aprende practicando. Aquí no hay magia ni esoterismo que valga, recuerda: “Practica y todo llega” (Sri-pattabhi-jois).
Vive el proceso de transformación en primera persona
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Mario Silva Gil
Periodista y profesor de Hatha Yoga en City Yoga Madrid. Consultor en Mindfulness y Terapeuta Transpersonal.
Tutor y parte del equipo de facilitadores de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal.