¿Quién soy? ¿Por qué estoy en esta vida? ¿Qué pasa después de la muerte?… son preguntas que me empujaron a profundizar más allá de la práctica. Hallé respuestas en el Dharma Yoga y su combinación de posturas físicas (asanas), ejercicios respiratorios (pranayamas) y meditación.
Por Ambra Vallo. FOTOS: Iván Berbel
En esencia, el Dharma Yoga es un sistema de Hatha-Raja Yoga. El dominio del cuerpo y de la mente. Es una práctica devota que hace hincapié en la buena salud, en la conciencia limpia y en el corazón bondadoso. Está arraigado en las formas del Yoga del Hatha, Raja, Karma, Kriya, Bhakti, Japa, Laya y Jnana, y se centra en las ocho ramas del Yoga (el Ashtanga Yoga de Patanjali) adquiriendo una gran importancia el seguimiento de los Yamas y Niyamas.
Sri Dharma Mittra, mi maestro, fundador del Dharma Yoga Center y autor de la conocida tabla de las 908 posturas, dice que cuando el alumno está preparado aparece el gurú. Y así fue en mi caso. Con el paso de los años practicando Yoga, empecé a querer profundizar más allá del beneficio de la práctica. Leí un artículo sobre Sri Dharma Mittra y 6 meses después estaba en Nueva York aprendiendo con él.
Los chakras del maestro
Sus enseñanzas siempre me llegan al corazón y me calman la mente. Es tan generoso, tan divertido y humilde… recuerdo cómo describía los chakras de forma ascendente, y comparaba el más inferior como las radio AM, después subiendo a la FM, la televisión en blanco y negro, la televisión en color y, por último, la televisión en HD y la percepción divina. Sus enseñanzas siempre eran alegres, explicando conceptos complejos de una forma sencilla y divertida, como comparar el cuerpo con un teléfono móvil y el alma con la señal del móvil, las causas del sufrimiento (kleshas) y el modo de superarlas, o la ley del Karma (el trabajo desinteresado) y de reencarnación.
Meditar todos los días
Con Dharma aprendí a meditar a diario, separar la mente del ser falso, encontrar el «Yo soy», el verdadero Yo. Y ser constante con las técnicas de respiración con el n de calmar los anhelos y deseos. Tener siempre pureza de corazón, en los pensamientos, acciones y actos. Y que la forma más elevada de caridad es compartir el conocimiento espiritual.
Desde entonces, Dharmaji ha sido mi fuente de orientación e inspiración, me ha ayudado a entender mi propósito en esta vida (y posteriormente el de todos mis alumnos) y provocó en mí un deseo por la autorrealización. Su presencia siempre ilumina nuestro alma y espíritu. Me siento bendecida por haber tenido la oportunidad de aprender de él.
ASANAS DE DHARMA QUE TE BENEFICIAN
Posturas de equilibrio sobre los brazos
Las posturas sobre brazos exigen mucha fuerza y una
dosis extra de Tapas. El Tapas, o el calor interno, es una
actitud positiva como la que busca el Maestro Zen cuando
se sienta a meditar durante horas. Implica fe, fortaleza
y determinación. Aunque no sea agradable, lo haces.
Debes aprender a trascender a la mente porque el yo
siempre es resistente.
Con las posturas más difíciles a mí me gusta recordar las palabras de Swami Satchidananda. «Un yogui es como un surfista que sabe equilibrarse sobre la tabla. Le gustan hasta las olas grandes porque sabe cómo disfrutarlas sin que se lo traguen».
Las pequeñas posturas sobre los brazos también fortalecen los hombros, muñecas y manos. Son especialmente útiles para las personas que se pasan el día frente al ordenador o para aquellas vulnerables al síndrome de estrés repetitivo.
Posturas de pie
Durante todas las posturas te concentras en el espacio entre las cejas, el tercer ojo, el asiento de la mente. Mientras, tu mente y pensamientos se relajan, disminuyen los antojos y deseos y te sientes en calma. Es otro modo de mejorar la atención mental para prepararte de cara a la meditación.
Según Patanjali, cada asana refleja físicamente una actitud concreta: aceptación, rendición, equilibrio, o bondad. Según cómo hagas una postura, tu cuerpo manifiesta la forma física de la actitud asociada a ella. Anulas el entendimiento verbal o racional pero entiendes la postura emocionalmente.
En otras palabras, permanecer erguido y firme en Tadasana da estabilidad y cimientos a la montaña. Cuando te sientes cercano a alguien o a cierta experiencia, una flexión hacia atrás te abrirá el pecho y el corazón. Si eres tímido, las flexiones hacia atrás te ayudarán a afrontar la vida con más confianza. También corrigen tu columna y tu postura.
Para dominar las posturas de equilibrio, es muy útil basarse en los principios de la física. Traslada el peso corporal hacia los dedos de los pies, de las colinas, y luego presiona los dedos hacia el suelo. Si te imaginas un árbol, piensa en tus pies como raíces que se hunden en la Tierra; esto te ayudará a encontrar la calma y corregir la postura.
Obtendrás más equilibrio si fijas la postura en un punto, que se llama el drishti. Normalmente este punto se fija en el suelo por delante de la nariz. En un estiramiento hacia atrás trata de fijar la mirada sobre un punto en el techo.
Posturas de suelo y torsiones
Imagina tus órganos internos como esponjas repletas de líquido y entenderás el poderoso impacto de las posturas de torsión. Las torsiones primero retuercen y comprimen los órganos, y después los inundan con sangre fresca y oxígeno. Es un modo natural y potente de desintoxicar los órganos y las glándulas y mejoran la salud de todo el cuerpo. También mantienen el soporte de la espalda y mejoran la circulación en los músculos y discos alrededor de la columna. Un consejo: cuando hagas torsiones trata de extenderte hacia arriba con la inhalación, y haz la torsión cuando exhales. Las variantes de torsiones son beneficiosas para las personas con artritis y otros problemas relacionados con la espalda y la cadera. Marichyasana ayuda a curar las torceduras y dislocaciones de hombros.
El loto es una postura sentada ideal para aquellos con rodillas flexibles. En esta postura la mente se convierte en un punto enfocado. Al cruzar las piernas cortas la circulación por estas e incrementas el flujo sanguíneo hacia la columna. Si no puedes hacer el loto completo, Siddhasana es una alternativa para la meditación. Es cómoda y te deja relajado pero alerta.
Recuerda que el fin de todas las posturas sentadas es encontrar una en la que puedas permanecer sentado durante una hora y meditar.
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